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Porqué leemos: un viaje a través de los libros

Por Jenyffer Martínez




¿Por qué leemos?


Es una pregunta cuya respuesta cambia según la persona, el momento de la vida o incluso el libro que tengamos entre las manos. Algunos leen para aprender, otros para distraerse, algunos para comprenderse mejor a sí mismos y otros para encontrar respuestas a preguntas que ni siquiera sabían que tenían. La lectura puede ser un refugio, una provocación o un desafío, y eso es lo que la hace fascinante.


En mi caso, la lectura dejó de ser solo una actividad cuando me encontré con "El evangelio según Jesucristo", de José Saramago. Hasta entonces, los libros eran una fuente de entretenimiento, una forma de conocer historias. Pero con Saramago descubrí que leer podía ser un acto de confrontación, un espacio de diálogo con ideas que me sacaban de mi zona de confort. Su prosa densa, su manera de cuestionar la historia y su mirada sobre lo divino y lo humano me hicieron entender que un libro puede ser una sacudida, un temblor en la mente que nos obliga a replantearnos lo que dábamos por cierto.


Desde entonces, he encontrado muchas razones para seguir leyendo. Leer es descubrir mundos, pero también es descubrirnos a nosotros mismos. Es un puente entre tiempos, culturas y pensamientos. Es la posibilidad de habitar otras vidas sin dejar la nuestra. Y, sobre todo, es una forma de resistencia ante la inmediatez del mundo, un recordatorio de que hay conocimiento, belleza y cuestionamientos que solo se revelan a quien se toma el tiempo de recorrer las páginas.


En esta columna, compartiré lecturas que han dejado una marca en mí, explorando sus historias, sus ideas y sus formas de ver el mundo. No se trata solo de recomendar libros, sino de abrir conversaciones sobre lo que nos provocan, lo que nos enseñan y lo que nos transforman.

 
 
 

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