Lo que no tiene nombre de Piedad Bonnett
- mglaguna6
- 29 abr
- 3 Min. de lectura
Lo que queda suspendido en un vacío imposible de nombrar
Por Jenyffer Martínez

Durante los últimos meses he sentido la necesidad de sumergirme en lecturas que tocaran las fibras más profundas de mis emociones. Buscaba historias que me hicieran sentir, que me invitaran a abrazar a los personajes como si fueran parte de mi propia vida.
Me tomé el tiempo con calma, leyendo con parsimonia, esperando encontrar ese libro capaz de dejarme con el corazón vacío y la mente llena —ese que uno reconoce de inmediato como el indicado. Y finalmente lo encontré. Surgido de la pluma de una escritora latinoamericana, llegó a mis manos un relato tan desgarrador como bello, que me llevó a preguntarme cómo algo tan terrible puede narrarse con tanta delicadeza.
En Lo que no tiene nombre, la escritora colombiana Piedad Bonnett comparte, desde la herida abierta de su duelo, la experiencia más devastadora de su vida: la muerte de su hijo Daniel, quien se quitó la vida a los 28 años tras una larga lucha contra su enfermedad mental.
Con un lenguaje sobrio pero cargado de emoción, Bonnett nos conduce a través de los recuerdos, los intentos de comprensión y el desgarrador proceso de vivir con una pérdida que marca para siempre. Es un libro íntimo y humano, donde el dolor se expone sin adornos ni falsas lecciones, y donde el amor y la impotencia conviven en cada página.
El título de este libro es profundamente significativo. En la sociedad existen palabras para nombrar ciertas pérdidas: quien pierde a sus padres es huérfano; quien pierde a su pareja es viudo o viuda. Pero, ¿cómo se llama a quien pierde a un hijo? No existe una palabra que abarque ese dolor, que le dé un lugar, que permita nombrarlo. Ese vacío en el lenguaje refleja también el vacío inconmensurable de la pérdida.
Piedad Bonnett enfrenta ese abismo sin nombre, despojándose del miedo y de la vergüenza social que suele acompañar al suicidio, un tema todavía estigmatizado. Al ponerle voz y cuerpo a su dolor, al decir con claridad que su hijo murió por suicidio, Bonnett rompe silencios y nos invita a mirar de frente realidades que muchas veces se prefieren callar.
Lo que no tiene nombre no solo es una historia personal de duelo: también abre la puerta a una conversación necesaria sobre la salud mental y la prevención del suicidio. El libro muestra lo difícil que es, incluso para una familia amorosa y atenta, sostener y acompañar a un ser querido que sufre una enfermedad mental grave. La angustia, la impotencia, el miedo a fallar y la dificultad para encontrar ayuda profesional adecuada, todo ello atraviesa las páginas.
Hablar de suicidio, sin romantizarlo ni demonizarlo, es fundamental para derribar estigmas. Aceptar que el dolor psíquico puede ser tan devastador como el físico es el primer paso para generar redes de apoyo reales. La prevención del suicidio implica abrir espacios de escucha, ofrecer tratamientos accesibles, combatir la soledad y el aislamiento, y entender que no siempre el amor es suficiente, pero sí es siempre necesario.
Algunos datos relevantes del libro
Daniel Segura Bonnett, hijo de la autora, era un artista plástico con gran talento y sensibilidad.
Fue diagnosticado con esquizofrenia en la juventud, y pasó varios años en tratamiento mientras estudiaba en Nueva York.
La narración no sigue una estructura lineal estricta; avanza y retrocede en el tiempo, como lo hace la memoria en momentos de dolor profundo.
Bonnett también aborda la incomprensión social y médica en torno a las enfermedades mentales graves.
El libro ha sido ampliamente reconocido no solo por su valor literario, sino también por su valentía y humanidad.
Lo que no tiene nombre es un libro que duele, pero también dignifica. Es una lectura imprescindible para quienes buscan entender el duelo, la enfermedad mental, o simplemente acercarse a una verdad que, aunque incómoda, forma parte de la vida humana.



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